La dura realidad de la deportación: La historia de los González después de 35 años en EE.UU.

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El sueño americano, para muchos migrantes, representa una promesa de estabilidad, oportunidades y un futuro mejor para sus familias. Sin embargo, esta promesa puede convertirse en una pesadilla cuando enfrentan las duras políticas migratorias y la posibilidad de ser deportados, incluso después de haber construido una vida en Estados Unidos.

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Tal es el caso de Gladys y Nelson González, una pareja colombiana que residió en EE.UU. por más de tres décadas y que recientemente fue deportada, dejando atrás todo lo que habían logrado y a sus tres hijas, ciudadanas estadounidenses. Su historia es una muestra del impacto humano de las leyes de inmigración y de cómo, en cuestión de días, una vida entera puede desmoronarse.

Un hogar construido con esfuerzo

Los González llegaron a Estados Unidos en busca de un mejor futuro, trabajando arduamente para establecerse y criar a su familia. Durante 35 años, construyeron su hogar, criaron a sus hijas y contribuyeron a la comunidad como cualquier otro ciudadano. No tenían antecedentes criminales y llevaban una vida pacífica y productiva.

Sin embargo, su permanencia en el país siempre estuvo en una zona gris legal. A pesar de haber vivido tanto tiempo en EE.UU., nunca lograron obtener un estatus migratorio que les garantizara la seguridad de quedarse de manera definitiva.

La detención y deportación

En febrero de 2025, la pareja fue detenida por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en un operativo sorpresivo. Sin previo aviso, fueron llevados a centros de detención en diferentes estados, separados de su familia y sin la posibilidad de despedirse adecuadamente.

A pesar de los esfuerzos legales de sus hijas para detener la deportación, el proceso avanzó rápidamente. En cuestión de semanas, Gladys y Nelson fueron deportados a Colombia, un país que apenas recuerdan y donde ahora deben comenzar desde cero.

El impacto en su familia y la lucha por justicia

Las tres hijas de los González, todas nacidas en EE.UU., han vivido un doloroso proceso al ver a sus padres ser expulsados del país que consideran su hogar. Como parte de su lucha, han organizado una recaudación de fondos a través de GoFundMe, logrando reunir más de 62,000 dólares para los gastos legales y el nuevo comienzo de sus padres en Colombia.

La historia de los González no es un caso aislado. Con la administración de Donald Trump nuevamente en el poder, las políticas de inmigración se han endurecido, dejando a miles de familias en la incertidumbre. Organizaciones de derechos humanos han denunciado que este tipo de deportaciones afectan a personas que han vivido por años en EE.UU. sin representar ningún peligro para la sociedad.

Un futuro incierto

Ahora en Colombia, Gladys y Nelson enfrentan una realidad completamente diferente. Sin vivienda, sin empleo y con pocas conexiones en el país, deben empezar desde cero en un lugar que ya no sienten como suyo. La adaptación no será fácil, y aunque cuentan con el apoyo económico de sus hijas, la separación es una herida difícil de sanar.

Historias como la de los González nos recuerdan la fragilidad del estatus migratorio y la importancia de buscar soluciones humanitarias en la política de inmigración. Para muchos migrantes, Estados Unidos es más que un país de oportunidades; es su hogar. Sin embargo, para el sistema migratorio, a veces ni toda una vida en EE.UU. es suficiente para quedarse.

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